jueves, 24 de mayo de 2018

Lima, PERÚ 

11 mayo 2018

Lima está junto al mar. Es la única capital latinoamericana ubicada junto al mar en el Pacífico. Pero no hay sol. No hace calor. Por el contrario, una densa neblina cubre la ciudad. Cualquiera pensaría que hemos llegado a Londres y no a un país cercano al Ecuador.

Y es que la ubicación de esta ciudad la provee de condiciones meteorológicas únicas. Siempre cubierta de nubes, nunca llueve. Sin embargo, la humedad es tan alta que la bruma y la niebla son perennes compañeras de esta ciudad marítima.

El aeropuerto, como muchos de nuestros aeropuertos, está rodeado de una zona urbana que creció desmedidamente y que refleja el caos personal y económico de todos nuestros países. Entre acelerones y frenados, sin dejar pasar a indefensos peatones que quedan atrapados entre los enloquecidos automovilistas, casi atropellando a una docena de ellos –aquí nadie cede el paso al peatón— entre microbuses, peseras y motonetas, logramos dejar la zona del aeropuerto para adentrarnos a barrios urbanos donde los puestos ambulantes, las talacheras, rosticerías, talleres mecánicos y misceláneas, lentamente dan paso a zonas más residenciales clase medieras.

Y luego, finalmente, el mar. Un paseo marítimo que huele a nuevo, con zonas en construcción y marinas sin terminar lentamente serpentea al Polanco de Lima, un barrio llamado Miraflores lleno de altos edificios que apenas se vislumbran entre la niebla. En el mar, decenas de surfers que con trajes de neopreno desafían el frío mar del Pacífico. 






Miraflores está en lo alto de un acantilado que se impone desafiante a la costa, unos 100 metros por encima del mar. Aquí todo es bonito. Calles limpias, con andadores y tiendas y hoteles de lujo. La mayoría de los restaurantes de moda están aquí. Se ven las canchas de tenis de los hoteles y un camino que bordea el acantilado y que permite a los elegantes habitantes caminar y andar en bicicleta.





Como todos los países latinoamericanos, Perú sufre de corrupción, de pobreza, de falta de oportunidades para casi todos, de muchos recursos mal administrados, de un futbol que suspira con lograr algo en el mundial. Se siente como México, como las calles de nuestra ciudad azteca que cada día se transforman más en ciudades diferentes: para pobres y para ricos.

Con las nuevas policías mujeres buscan disminuir la “mordida” callejera. Los microbuses locales se distinguen por la impunidad con la que manejan y los innumerables accidentes que ocasionan. La noticia del día son los jueces de la Suprema Corte que recién se dan un bono millonario “para compensar salarios” mientras la diferencia social cada día se acrecenta más. Y mientras el gobierno anuncia subidas en los impuestos y las gasolinas, el pueblo suspira porque su goleador, suspendido por dar positivo a cocaína, pueda jugar el mundial. 

México lindo y querido. Perú lindo y querido. 

Quizás lo único que nos diferencia es que en Perú han logrado meter en la cárcel a dos presidentes: Alberto Fujimori y a Ollanta Humala (y su esposa y operadora política: Nadine Heredia). Un tercero, Alejandro Toledo, tiene orden de extradición y un cuarto, Pedro Pablo Kukzynsky, enfrenta a la justicia por la corrupción de la brasileña Odebrecht. 

Pero los primeros dos, ya fueron indultados, por otros presidentes, y el tercero, nos explican los locales, será difícil inculparlo porque Odebrecht reparte dinero por doquier incluyendo a los políticos de izquierda, derecha y centro por igual.

Y como buena novela del realismo mágico, de uno y otro lado, Keiko y Kenji Fujimori, hermanos y enemigos políticos, juegan con la balanza del poder de uno y otro lado, buscando retomar el poder.

México lindo y querido. Perú lindo y querido. 

Con una historia cultural tan rica como la nuestra, Lima comparte con la CDMX una herencia pre-hispánica diversa como los Waris, los Ichsma e incluso incas de diversos periodos, un traumático periodo colonial y un futuro lo mismo promisorio que descorazonante. 

Situados junto al cinturón del fuego, lo mismo que nosotros, conocen los terremotos que han dejado su marca en la ciudad capital y en otras regiones del país. Aquí todo se distingue como periodos entre terremotos, como el de octubre de 1746 que prácticamente destruyó toda la ciudad o el de 1940. Los limeños aún recuerdan el más reciente de 1974. 

Pero la memoria es frágil y aunque uno ve indicaciones sobre rutas de evacuación en zonas susceptibles de sufrir consecuencias por un maremoto, y que en los edificios públicos y hoteles se indican los muros de seguridad, uno no deja de preguntarse cuántos de los cientos de edificios de departamentos que se han construido a la orilla del acantilado en Miraflores, consideraron la necesidad de resistir a un sismo de gran intensidad y duración.

Con una diversidad geográfica única, de manera general los peruanos reconocen tres regiones principales cada una con su cultura, alimentos y costumbres: la costa, a sierra y la selva. Estas regiones a su vez se dividen en lo que los locales llaman los pisos ecológicos. Y justo ahí se encuentra el origen y razón del desarrollo de la ahora mundialmente conocida gastronomía peruana.

Así que como primer punto de partida, en la tarde de nuestro primer día en Perú, visitamos un restaurante ubicado junto al mar: la Rosa Náutica. Efrain lo conoció hace muchos años cuando vino de trabajo a Perú, y luego comimos en una sucursal en Bogotá que resultó un momento memorable.




La Rosa Náutica ya no es lo que fue, el lugar se ve venido a menos, muchas señoras festejando cumpleaños con una especie de té inglés y un servicio que no alcanza para los altos vuelos que alguna vez tuvo este lugar. Sin embargo, las causitas y cebiche fueron una excelente forma de comenzar nuestro viaje en Perú, llenas de sabor, color y una promesa de lo mucho por descubrir.





viernes, 25 de febrero de 2011

Mi reencuentro con Colombia

Pisé tierra colombiana por primera vez en octubre de 2002. Una escala de un vuelo a Sao Paulo, Brasil me dio 6 horas para conocer un poco Bogotá. Mientras hacía la fila para documentarme en el aeropuerto de la ciudad de México comenté mi interés de visitar la ciudad durante mi escala. Unos colombianos que estaban justo delante de mí inmediatamente dijeron “pero ni lo intentes, es muy inseguro. Mejor quédate dentro del aeropuerto”. Yo no podía creer lo que me decían. Luego supe que llevaban años fuera de su país. Pero casi al mismo tiempo que los colombianos intentaban disuadirme de la aventura, una voz detrás de mi decidió el asunto: “yo te acompaño. A mi también me dan muchas ganas de conocer Bogotá y no tengo intención de quedarme 6 horas sentada en el aeropuerto”. Eran las palabras de Josefina, otra mexicana, de aproximadamente mi misma edad y antropóloga de profesión, que viajaba a Brasil a una reunión de trabajo.




Dos meses antes, un nuevo presidente tomaba las riendas del país. Álvaro Uribe Vélez reemplazaba a Andrés Pastrana dando como prioridad en su gobierno a la seguridad. Por décadas, Colombia ha sufrido la violencia de la intolerancia y la falta de diálogo. Primero, fueron los criollos contra los españoles; luego los centralistas contra los federalistas (en la época de Simón Bolívar); vinieron después los conservadores y los liberales. Estos últimos lograron cierta tregua en 1957, cuando firmaron un pacto para compartir el poder durante los siguientes 16 años, turnando el gobierno cada cuatro años al grupo opositor. El acuerdo, fue posteriormente refrendado en un plebiscito (en el cual, por cierto, las mujeres votaron por primera vez) que se conoció como el Frente Nacional. Sin embargo, dicho acuerdo dejó fuera a cualquier otro grupo opositor, incluidas las clases más pobres y marginadas, léase indígenas y mestizos del campo. La década de 1960 trajo consigo el ansia de justicia social que se reflejó en la aparición de grupos de izquierda que buscaban, sobre todo, una reforma agraria. El miedo a la expansión del comunismo en el continente americano, en plena guerra fría, inquietó al gobierno, que financiado por la CIA bombardeó en 1964 (con napalm, según Lonely Planet) a los enclaves comunistas, lo que dio origen a la aparición de guerrillas como la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o FARC, el Ejército de Liberación Nacional y el M19. Para combatirlos surgieron grupos paramilitares, entre ellos, el conocido como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Lo que siguió fue una guerra sin cuartel que ha dejado miles de muertos y millones de desplazados. La caída del comunismo, y el consiguiente vacío filosófico que dejó, llevó de manera irremediable a las guerrillas hacia las drogas y los secuestros como un medio para obtener recursos para sobrevivir. Resulta una ironía pensar que tanta muerte y desolación han estado, y siguen, ligadas a los EUA que primero, en su afán anticomunista, no dudaron en fomentar el ataque a poblaciones marginadas que clamaban por una justicia social no resuelta, y ahora, cincuenta años después, como principal consumidor de droga en el continente, promueven el tráfico ilegal de cocaína que asola la región. Y mientras insisten en la necesidad de reforzar la guerra contra la droga, uno se pregunta, ¿qué han hecho ellos para reforzar la guerra contra el consumo? ¿Qué han hecho para detener el flujo de armas con las cuáles mueren nuestros connacionales día con día?

En la aproximación para aterrizar, pude mirar a través de la ventanilla del avión una tierra verde intenso rodeada de múltiples montañas. No sólo no tuvimos ningún problema en migración para ingresar al país, sino que tanto Josefina como yo, recibimos una cordial bienvenida y una mirada de admiración por nuestro interés en conocer Colombia. Llamaba la atención la gran cantidad de uniformados militares que recorrían el aeropuerto. Una gran puerta con barras metálicas de piso a techo y torniquetes era la salida a la ciudad. Le preguntamos a uno de los jóvenes militares que custodiaban la entrada dónde podíamos tomar un taxi seguro y dónde podíamos cambiar algo de dinero. El dinero se podía cambiar en casas de cambio afuera del torniquete; aún dentro de las instalaciones de la Terminal aérea. Los taxis seguros, esos podían tomarse justo afuera. Uno de los militares nos acompañó al taxi.

Al subirnos al taxi, lo primero que nos llamó la atención fue una gran imagen de la Virgen de Guadalupe que colgaba del espejo retrovisor. El chofer nos saludó con gran amabilidad y cuando supo que éramos mexicanas no pudo dejar de contarnos lo devoto que era de la “madre de todos los mexicanos”. Le contamos que contábamos con pocas horas para conocer Bogotá y que habíamos decidido visitar el Museo del Oro. Asombrado por nuestro interés para conocer más de su Tierra, Don Israel Peña ofreció llevarnos en el camino, y sin costo extra, a mirar el cerro de Monserrate y el barrio de La Candelaria antes de dejarnos en el Museo. En el camino, gigantes esculturas de Botero, el más famoso pintor colombiano, daban la bienvenida al viajero. Una vez que llegamos al museo, Don Israel bajó corriendo de su auto para pedirle al guardia apostado a la entrada del Museo del Oro que cuidara de nosotras, no sin antes darnos sus datos y teléfono “por cualquier cosa” y recomendándonos probar a nuestra salida el tradicional ponche. Faltaban 20 minutos para el cierre, y uno de los guardias nos escoltó por el museo, mientras otro iba comenzando a cerrar las exposiciones. Sin embargo, siempre amables, insistían que tomáramos nuestro tiempo par ir recorriendo la exposición. El momento más impactante, la entrada a una bóveda con una puerta de más de 10cm de grosor conteniendo los mayores tesoros del museo, en su mayoría, piezas elaboradas por los muiscas, grupo indígena predominante en la zona que forma parte del grupo lingüístico de los chibchas.
Al salir, caminamos en algunas de las calles aledañas. Algo que siempre observo para darme una idea sobre qué tan segura se siente la gente, es la forma en que las mujeres llevan su bolsa. La gente caminaba tranquilamente, con sus bolsos al hombro, sin mayor preocupación. Las calles estaban custodiadas por varios jóvenes militares armados con metralletas. En una pequeña plaza vimos algunas artesanías y pudimos probar el ponche, con sabor a canela, antes de regresar al aeropuerto. Me llevé conmigo la amabilidad y cariño de los bogotanos que tuve oportunidad de conocer en tan sólo unas horas.

Casi 10 años después, Colombia ha cambiado radicalmente. En 2006, Uribe ofreció condenas reducidas a paramilitares y guerrilleros a cambio de su desmovilización. De acuerdo, con wikipedia que cita el balance del Plan 2005 del gobierno de Uribe, durante los primeros cuatro años de su presidencia el secuestro bajó de 2,986 a 800 secuestros por año; los homicidios bajaron en un 40.6 por ciento y el número de atentados terroristas, un 62.5 por ciento; los asaltos a poblaciones pasaron de 32 en 2002 a 5 en 2005. Además, el PIB creció el 5.75 por ciento y la tasa de desempleo pasó de 15.7 a 11.8. Uribe logró reelegirse por un segundo periodo. En 2010 se cumplió su estadía al frente del gobierno para ser sucedido por Juan Manuel Santos, actual presidente. Sin embargo, no todo ha sido miel sobre hojuelas. En 2008, varios congresistas fueron detenidos o interrogados por supuestos vínculos con los paramilitares: escándalo que sigue vivo a la fecha y que se conoce como el escándalo de la parapolítica. También existen acusaciones de los llamados “falsos positivos”, civiles asesinados que luego fueron “disfrazados” de guerrilla. Finalmente, en febrero de 2011, se habla también de “falsas” desmovilizaciones.

En este segundo viaje, llegamos de noche, y Bogotá nos recibió con una fuerte lluvia. El aeropuerto ha cambiado radicalmente. Ya no es tan visible la presencia militar y atrás quedaron los torniquetes y puertas metálicas. Se respira tranquilidad en la gente que espera a sus seres queridos.

El taxi nos llevó por una serie de avenidas sin mucha arquitectura y más bien de corte urbano, las esculturas gigantes de Botero ya no estuvieron para acompañarnos (luego me entero que es porque esa avenida está cerrada debido a una obra vial). Conforme nos alejamos del aeropuerto dejó de llover y frente al hotel en el que nos hospedamos, de plano no ha caído ni una sola gota de agua, aunque el aire era frío y húmedo. “Bienvenidos” nos dice el portero del hotel con una gran sonrisa. Le comento que estoy sorprendida que no llueve en la zona. “Se trata de ‘La niña’” me responde, “dicen que otra vez trajo el mal tiempo del invierno”.

Así que antes de que la lluvia decidiera llegar hasta el norte de la ciudad, donde estamos alojados, decidimos salir pronto a caminar para buscar dónde cenar. La zona en que nos encontramos se conoce popularmente como zona G o Gourmet y se caracteriza por una docena de restaurantes de gran calidad. A dónde ir si no a un restaurante colombiano para festejar la llegada. Nos dirigimos a Casa Vieja, una institución en el tema. Pero a las 9 de la noche, ¡ya están cerrados! Terminamos en La Rosa Náutica, que resultó ser una sucursal de conocido restaurante peruano especializado en comida del mar, destacando por supuesto los famosos ceviches. Ceviche limeñito al ají amarillo, pulpo en salsa de olivo, causitas con langostinos en salsa de ocopa, langostinos en camisa crocante. Todo bien acompañado con la cerveza local, una Club Colombia.

Un verdadero gusto, como dirían los colombianos, y la mejor manera de terminar un largo día de viaje.

lunes, 24 de mayo de 2010

4. Ahora estoy, ahora no estoy

Al principio, Erice parece enorme e interminable. Luego uno se da cuenta que en 20 minutos es posible darle la vuelta por completo al monte San Giuliano siguiendo el circuito que rodea la ciudad. En realidad, Erice tiene sólo unas cuantas calles y callejones, pero sus laberintos y caminos circulares y sinuosos pueden hacer perder la paciencia del más orientado.









Se puede hacer click sobre las imágenes para ampliarlas



Uno de los sitios al que uno llega, como por arte de magia, es al impresionante Castello di Venere, que se erige majestuoso sobre un impresionante acantilado viendo hacia el mar.

“…sull’ericina cima al cielo enetto sorge a Venere Idalia un alto tempio…” Virgilio, Eneida, libro V.



No sorprende entonces, enterarse que los griegos además de usarlo para venerar a la diosa Venus Ercinia, también lo usaron como faro para guiar a sus barcos.

Y claro, como nunca falta, por su localización estratégica los normandos, tiempo después, decidieron construir ahí mismo un castillo “echándose al plato el templo griego” al usar las piedras del templo para construir el castillo.




Pronto uno descubre la cambiante naturaleza de Erice. Aunque el cielo está azul y soleado, el viento puede ser extraordinariamente frío, y esas raras condiciones ambientales permiten que fácilmente se forme neblina así nada más.


Después de visitar el castillo y los alrededores, me senté en una mesa del bar/cafetería ubicado a un costado del Parque de Il Badio. El bar tiene una espectacular vista hacia Trapani, sus salinas y el mar. Me dicen que en un día excepcionalmente despejado puede verse la costa de Túnez, a sólo 30 kilómetros. Del otro lado la silueta del castillo resalta en el acantilado y hacia atrás, las tejas y cúpulas de Erice.

Había puesto el iPod en la modalidad de shuffle y las canciones que acompañaron mi pannini y una cerveza local no pudieron ir más ad hoc con el entorno. No sé si les ha pasado, pero a veces pareciera que el sistema aleatorio del aparato de sonido "escogiera" las canciones adecuadas para el momento particular.

Primero sonó una canción de Emiliana Torrini, Today has been OK. El mood melancólico, el entorno, la lejanía de casa, el excelente clima, todo parecía ir perfecto con esta canción. (Las canciones se pueden escuchar activando el hiperlink sobre el nombre de la misma).

Y luego, loquísimo. Mientras comía y escuchaba la canción, se formaron nubes sobre mí. No a cientos de kilómetros en el cielo. Sobre mi, a mi altura, nubes que pasaban sobre mi sándwich y sobre mi cabeza. Qué sensación más extravagante: ahora me veo, ahora no. Y qué frío, con todo y el intenso sol, que por momentos desaparecía por completo del cielo.


Pero como en un viaje como éste la melancolía no puede durar más de lo que dura la niebla que aparece y desaparece de los cielos de Erice, la siguiente canción que comenzó a sonar en el iPod fue justo lo que hacía falta para recuperar energía y continuar la visita. New Order, Hey what you doing.

Una sugerencia. Cuando seleccionan una canción se abre la página de youtube. Si quieren oir la música y seguir leyendo el blog, el truco está en abrir una segunda página web con el blog. Así mientras la música suena desde la página de youtube, se puede seguir leyendo en la página secundaria.


domingo, 23 de mayo de 2010

3. Ciudad medieval


El cielo azul y el fresco viento de la mañana invitan a caminar por las calles de piedra de esta ciudad medieval. Erice es verdaderamente pequeña: “sólo 250 habitantes” me dijo Pepe. Con diversas iglesias de valor histórico y un castillo normando construido sobre viejas ruinas griegas es suficiente atractivo para atraer a decenas de turistas que visitan durante el día a la ciudad.

Lo primero es dirigirse al Ettore Majorana Foundation and Centre for Scientific Culture, que me trajo en primer lugar al curso que he venido a tomar. Anna Mangiapane, la amable señora que a partir de hoy religiosamente servirá mi desayuno todas las mañanas, me da un mapa y me explica cómo llegar. “Muchas gracias” le digo sin estar bien segura de las instrucciones (¿pero, cuándo un mexicano dice que no entendió?). “Toma la calle de arriba y cuentas dos y ahí a la siniestra” (que por la seña y una asociación básica sé que se trata de la izquierda, ¡pues claro que la diestra es la derecha!). Y por supuesto, me perdí.


(Otra confesión, ese primer día por alguna razón entendí que la señora Anna se llamaba Rosa, nombre con el que la llame toda mi estancia. Me vine a enterar de mi error el último día cuando poco antes de irme le pedí me escribiera su dirección para enviarle una postal desde México. Imaginen mi cara cuando escribe Anna en mi libreta de viajes. Vaya que no se parece nada a Rosa y no me puedo imaginar qué pensaba ella que yo le decía cada vez que le decía Rosa. En fin, gajes del intercambio multicultural, supongo...).

La ciudad está construida con una piedra blanca local con aspecto gastado y que le da un aire medieval muy característico. El pavimento también es muy original con piedras de mármol de diversas formas que dibuja bonitos patrones ya gastados de tanto andar. Me recuerda Taxco, no por su arquitectura sino por lo sinuoso y empinado de las calles, así como del infame empedrado que se ve bonito pero que después de subir y bajar innumerables veces deja su “adolorido” recuerdo en los pies.

La noche anterior Pepe me llevó al Centro Majorana para registrarme antes de llevarme al hotel (ULISSE Camere). Según yo me fijé muy bien. Y siguiendo las instrucciones de Anna no había pierde, “dos calles y a la izquierda”, nunca vi la segunda calle (ni la tercera), ya verán por qué más adelante. Llegué a una intersección y alguien me señaló la dirección a seguir. Todo se veía igual para mi, cada calle igual a la anterior sin muchos puntos de referencia. Pero finalmente, lo logré.


Estas fotos las tomé camino al Centro. Ojo con los laberínticos callejones y la maravillosa cuesta arriba. También es de notar que no hay nadie, las calles siempre solitarias. Algunos callejones son tan diminutos que uno simplemente no los ve y pasa de largo sin saber que acaba de perder el camino que debía tomar.




Dicen que estos callejones los construyeron los árabes con un fin defensivo. Un ejército invasor sólo podía pasar de un hombre a la vez, dándoles la ventaja para atacarlos.







El Centro y Fundación para la Cultura Científica Ettore Marjorana (nombrado así en honor al físico italiano del mismo nombre) está situado justo en el centro geográfico del pueblo, en la parte más alta de la montaña, donde alguna vez se ubicó el monastario de San Rocco. El monasterio de San Rocco se llama ahora Instituto Isidor I. Rabi y el auditorio se llama Richard P. Feynman (aunque los locales le siguen llamando San Rocco). Desde 1963, el Centro Marjorana organiza cursos en Erice con el fin de poner en contacto a investigadores, inventores y académicos reconocidos (incluyendo numerosos premios Nobel) con estudiantes de todo el mundo. Los cursos los imparten 123 escuelas (en todas las ramas de las ciencias, incluido el periodismo de científico y la comunicación de la ciencia) encargadas de organizar el programa y coordinar a los invitados y estudiantes. En San Rocco están las oficinas administrativas y de los directivos del centro. Además del monasterio de San Rocco, el Centro Marjorana cuenta con otras tres instalaciones: el monaterio de San Francisco (llamado ahora Instituto Eugene P. Wigner y con el auditorio Enrico Fermi), el monasterio San Domenico (llamado ahora Instituto Patrick M.S. Blackett con el auditorio Paul Dirac) y el "Ciclope" (llamado ahora Instituto Victor F. Weisskopf con el auditorio Richar H. Dalitz).

En el centro me dieron una carpeta con información de supervivencia básica, incluyendo un mapa detallando la ubicación del mismo y de los Institutos que lo conforman (mi curso comenzaría al día siguiente en el auditorio Paul Dirac), los hoteles base (incluyendo el mío) y los restaurantes donde podría comer y cenar. Así que, mapa en mano, me dirigí a perderme en el laberíntico mundo de calles y callejones para orientarme y conocer Erice.

2. La primera impresión

Lo primero que finalmente llegó a mi cerebro fue el olor a pan recién horneado.





Estas fotos son del pan que diariamente se hornea para delicia de los huéspedes en el hotel Ulises Camere.


Golpes insistentes en mi puerta finalmente lograron despertarme del profundo sueño. Afuera, una amable señora rolliza, de cabello corto grisáceo, mejillas sonrosadas y amable sonrisa, intentaba explicarme en italiano que tenía una llamada telefónica. Eran las siete de la mañana y yo no entendía nada. Como pudo me hizo saber que en 5 (señal inconfundible con la mano), cinco minutos, me volverían a llamar (otra señal inconfundible con la mano). Luego me enteré que a lo sicilianos el lenguaje de las manos les viene natural.





Estas fotos son del hotel. La entrada principal. El patio. El piso superior. A mi me tocó la habitación 14, en el piso superior justo al fondo la puerta de la izquierda. No pudo ser mejor. Entraba el sol por la mañana iluminando todo el cuarto, y al abrir la puerta se podía ver en el horizonte la ciudad de Trapani y el mar. A la derecha, vista de la habitación.







En pantuflas y pijama, y con el saco puesto para despistar, la seguí escalera abajo al pequeño desayunador de piso como de barro. La pequeña estancia estaba compuesta de cinco mesas redondas con manteles rosas y cubremanteles impecables de lino blanco que esperaban pacientemente a que hambrientos huéspedes decidieran desayunar. Una pareja de aventureros de nacionalidad franceses eran los únicos que desayunaban a esas horas de la madrugada y me miraban con curiosidad. Lo siguiente que recuerdo fue el aroma de un capuchino recién hecho, espumoso y de aroma penetrante. Un sorbo, dos, suena el teléfono, lentamente regreso a la vida…

Erice se encuentra a 750 msnm. Hasta 1934, fue conocida como Monte San Giuliano. En una guía de viaje dice que fue Mussolini a quien se le ocurrió cambiarle el nombre por la versión italiana del nombre en griego, Eryx. En la mitología griega se cuenta que Eneas huyó de Troya para refugiarse en Sicilia, donde fundó Erice y Segesta. En Sicilia también tienen lugar múltiples aventuras de Ulises, el líder militar griego que vagó durante 10 años por el mediterráneo buscando hogar.


Desde Erice una vista panorámica de Trapani.

1. Siempre se aprende algo nuevo

Lo primero. Tengo que aceptar mi profunda ignorancia. Cuando supe que viajaría a Sicilia vino a mi mente la imagen de Marlo Brando como el Padrino, en la película homónima de 1972. Que los mafiosi son parte misma de Sicilia nadie lo puede negar, pero después de un poco de investigación uno se sorprende con el gran pasado histórico de esta tierra. Sicilia formó parte de la antigua Grecia, fue punto estratégico para el imperio Romano, la invadieron bizantinos, árabes, franceses, españoles y Borbones antes de finalmente pasar a ser parte de la República Italiana en 1860 cuando el socialista Giuseppe Garibaldi tomó la isla con la ayuda de los camisas rojas sicilianos y convenció a los locales de apoyar la unificación de Italia.

Otro dato estratégico (mi ignorancia alcanzó proporciones históricas), Sicilia es una isla. Y no cualquier isla, es la isla más grande del continente europeo con increíbles ciudades antiquísimas, archipiélagos de ensueño, valles de olivos y trigales y el volcán activo más grande de Europa: el monte Etna (el volcán de Islandia, que le hizo la vida imposible a miles de viajeros y que por poco cancela mi viaje, se queda corto).

Para llegar a Erice (mi destino final) hay que recorrer un largo camino. Primero, cruzar el Atlántico. Puede hacerse vía Londres o vía Madrid, aunque el volcán de Islandia dio el voto definitivo por Madrid (aeropuerto que no cerró operaciones), y que al final resultó muy buena opción. Una vez en Madrid hay un vuelo directo a Trapani por Ryanair. Trapani es la puerta de entrada a Erice que se encuentra a la vista desde cualquier punto pues en un valle junto al mar es la única montaña a la redonda.

Jueves por la tarde, inicia el viaje. Diez horas del D.F. a Madrid. Ocho horas de espera, una y media de retraso del siguiente vuelo y, dos horas y media más, para finalmente llegar a Trapani. Salgo del avión y ahhhhh, olor a mar. Pero no, todavía no llegamos. Falta otra media hora más por un camino completamente a oscuras que eventualmente se vuelve sinuoso y de subida, siempre de subida. Curvas cerradas y una carretera tan pequeña que sólo cabe un automóvil.

Pero no hay nada que temer, Pepe, el chofer de lentes gruesos y cabello rizado hasta el hombro, nacido en Erice y cosecha de 1972, domina el camino hasta con los ojos cerrados (cosa que casi fue cierta pues bostezaba sin parar para luego explicarme que en viernes todo mundo va a dormir temprano, ¡porque el sábado hay que trabajar! ¡En viernes!). Y no mintió pues en el camino no vimos alma alguna. Poco antes de la medianoche del viernes, veintidós horas después de haber salido de México, finalmente, llegué a mi destino: Monte San Giuliano.

De regreso

Lo sé, lo sé. La idea de un blog es alimentarlo frecuentemente y la intención inicial era al menos publicar una entrada al mes. Pero la falta de disciplina es mucha, el cansancio a veces demasiado, y el tiempo vuela con demasiada rapidez. Aquí retomo. Hay mucho que contar, muchos viajes, pequeños y grandes, simples y complicados, cortos y largos. A veces los viajes ocurren a unos cuantos metros de mi casa, otros a cientos, tal vez miles de kilómetros. Algunos son espirituales, otros culturales, otros hedonistas, otros simplemente porque sí. Trataré de ponerme al día poco a poco. Espero que aquellos que los leen los disfruten y les permitan viajar un poco a través de mis historias, y que al visitar estos lugares junto conmigo compartan la misma sensación que me acompaña una y otra vez, que al final, todos somos iguales, que no importa en qué lugar vivamos, la amistad, las sonrisas, la familia, las comidas, el trabajo, la vida cotidiana nos es familiar a todos. Que aquí, allá y más allá, todos los seres humanos somos mucho más parecidos y tenemos mucho más en común de lo que creemos.