jueves, 24 de mayo de 2018

Lima, PERÚ 

11 mayo 2018

Lima está junto al mar. Es la única capital latinoamericana ubicada junto al mar en el Pacífico. Pero no hay sol. No hace calor. Por el contrario, una densa neblina cubre la ciudad. Cualquiera pensaría que hemos llegado a Londres y no a un país cercano al Ecuador.

Y es que la ubicación de esta ciudad la provee de condiciones meteorológicas únicas. Siempre cubierta de nubes, nunca llueve. Sin embargo, la humedad es tan alta que la bruma y la niebla son perennes compañeras de esta ciudad marítima.

El aeropuerto, como muchos de nuestros aeropuertos, está rodeado de una zona urbana que creció desmedidamente y que refleja el caos personal y económico de todos nuestros países. Entre acelerones y frenados, sin dejar pasar a indefensos peatones que quedan atrapados entre los enloquecidos automovilistas, casi atropellando a una docena de ellos –aquí nadie cede el paso al peatón— entre microbuses, peseras y motonetas, logramos dejar la zona del aeropuerto para adentrarnos a barrios urbanos donde los puestos ambulantes, las talacheras, rosticerías, talleres mecánicos y misceláneas, lentamente dan paso a zonas más residenciales clase medieras.

Y luego, finalmente, el mar. Un paseo marítimo que huele a nuevo, con zonas en construcción y marinas sin terminar lentamente serpentea al Polanco de Lima, un barrio llamado Miraflores lleno de altos edificios que apenas se vislumbran entre la niebla. En el mar, decenas de surfers que con trajes de neopreno desafían el frío mar del Pacífico. 






Miraflores está en lo alto de un acantilado que se impone desafiante a la costa, unos 100 metros por encima del mar. Aquí todo es bonito. Calles limpias, con andadores y tiendas y hoteles de lujo. La mayoría de los restaurantes de moda están aquí. Se ven las canchas de tenis de los hoteles y un camino que bordea el acantilado y que permite a los elegantes habitantes caminar y andar en bicicleta.





Como todos los países latinoamericanos, Perú sufre de corrupción, de pobreza, de falta de oportunidades para casi todos, de muchos recursos mal administrados, de un futbol que suspira con lograr algo en el mundial. Se siente como México, como las calles de nuestra ciudad azteca que cada día se transforman más en ciudades diferentes: para pobres y para ricos.

Con las nuevas policías mujeres buscan disminuir la “mordida” callejera. Los microbuses locales se distinguen por la impunidad con la que manejan y los innumerables accidentes que ocasionan. La noticia del día son los jueces de la Suprema Corte que recién se dan un bono millonario “para compensar salarios” mientras la diferencia social cada día se acrecenta más. Y mientras el gobierno anuncia subidas en los impuestos y las gasolinas, el pueblo suspira porque su goleador, suspendido por dar positivo a cocaína, pueda jugar el mundial. 

México lindo y querido. Perú lindo y querido. 

Quizás lo único que nos diferencia es que en Perú han logrado meter en la cárcel a dos presidentes: Alberto Fujimori y a Ollanta Humala (y su esposa y operadora política: Nadine Heredia). Un tercero, Alejandro Toledo, tiene orden de extradición y un cuarto, Pedro Pablo Kukzynsky, enfrenta a la justicia por la corrupción de la brasileña Odebrecht. 

Pero los primeros dos, ya fueron indultados, por otros presidentes, y el tercero, nos explican los locales, será difícil inculparlo porque Odebrecht reparte dinero por doquier incluyendo a los políticos de izquierda, derecha y centro por igual.

Y como buena novela del realismo mágico, de uno y otro lado, Keiko y Kenji Fujimori, hermanos y enemigos políticos, juegan con la balanza del poder de uno y otro lado, buscando retomar el poder.

México lindo y querido. Perú lindo y querido. 

Con una historia cultural tan rica como la nuestra, Lima comparte con la CDMX una herencia pre-hispánica diversa como los Waris, los Ichsma e incluso incas de diversos periodos, un traumático periodo colonial y un futuro lo mismo promisorio que descorazonante. 

Situados junto al cinturón del fuego, lo mismo que nosotros, conocen los terremotos que han dejado su marca en la ciudad capital y en otras regiones del país. Aquí todo se distingue como periodos entre terremotos, como el de octubre de 1746 que prácticamente destruyó toda la ciudad o el de 1940. Los limeños aún recuerdan el más reciente de 1974. 

Pero la memoria es frágil y aunque uno ve indicaciones sobre rutas de evacuación en zonas susceptibles de sufrir consecuencias por un maremoto, y que en los edificios públicos y hoteles se indican los muros de seguridad, uno no deja de preguntarse cuántos de los cientos de edificios de departamentos que se han construido a la orilla del acantilado en Miraflores, consideraron la necesidad de resistir a un sismo de gran intensidad y duración.

Con una diversidad geográfica única, de manera general los peruanos reconocen tres regiones principales cada una con su cultura, alimentos y costumbres: la costa, a sierra y la selva. Estas regiones a su vez se dividen en lo que los locales llaman los pisos ecológicos. Y justo ahí se encuentra el origen y razón del desarrollo de la ahora mundialmente conocida gastronomía peruana.

Así que como primer punto de partida, en la tarde de nuestro primer día en Perú, visitamos un restaurante ubicado junto al mar: la Rosa Náutica. Efrain lo conoció hace muchos años cuando vino de trabajo a Perú, y luego comimos en una sucursal en Bogotá que resultó un momento memorable.




La Rosa Náutica ya no es lo que fue, el lugar se ve venido a menos, muchas señoras festejando cumpleaños con una especie de té inglés y un servicio que no alcanza para los altos vuelos que alguna vez tuvo este lugar. Sin embargo, las causitas y cebiche fueron una excelente forma de comenzar nuestro viaje en Perú, llenas de sabor, color y una promesa de lo mucho por descubrir.





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