lunes, 24 de mayo de 2010

4. Ahora estoy, ahora no estoy

Al principio, Erice parece enorme e interminable. Luego uno se da cuenta que en 20 minutos es posible darle la vuelta por completo al monte San Giuliano siguiendo el circuito que rodea la ciudad. En realidad, Erice tiene sólo unas cuantas calles y callejones, pero sus laberintos y caminos circulares y sinuosos pueden hacer perder la paciencia del más orientado.









Se puede hacer click sobre las imágenes para ampliarlas



Uno de los sitios al que uno llega, como por arte de magia, es al impresionante Castello di Venere, que se erige majestuoso sobre un impresionante acantilado viendo hacia el mar.

“…sull’ericina cima al cielo enetto sorge a Venere Idalia un alto tempio…” Virgilio, Eneida, libro V.



No sorprende entonces, enterarse que los griegos además de usarlo para venerar a la diosa Venus Ercinia, también lo usaron como faro para guiar a sus barcos.

Y claro, como nunca falta, por su localización estratégica los normandos, tiempo después, decidieron construir ahí mismo un castillo “echándose al plato el templo griego” al usar las piedras del templo para construir el castillo.




Pronto uno descubre la cambiante naturaleza de Erice. Aunque el cielo está azul y soleado, el viento puede ser extraordinariamente frío, y esas raras condiciones ambientales permiten que fácilmente se forme neblina así nada más.


Después de visitar el castillo y los alrededores, me senté en una mesa del bar/cafetería ubicado a un costado del Parque de Il Badio. El bar tiene una espectacular vista hacia Trapani, sus salinas y el mar. Me dicen que en un día excepcionalmente despejado puede verse la costa de Túnez, a sólo 30 kilómetros. Del otro lado la silueta del castillo resalta en el acantilado y hacia atrás, las tejas y cúpulas de Erice.

Había puesto el iPod en la modalidad de shuffle y las canciones que acompañaron mi pannini y una cerveza local no pudieron ir más ad hoc con el entorno. No sé si les ha pasado, pero a veces pareciera que el sistema aleatorio del aparato de sonido "escogiera" las canciones adecuadas para el momento particular.

Primero sonó una canción de Emiliana Torrini, Today has been OK. El mood melancólico, el entorno, la lejanía de casa, el excelente clima, todo parecía ir perfecto con esta canción. (Las canciones se pueden escuchar activando el hiperlink sobre el nombre de la misma).

Y luego, loquísimo. Mientras comía y escuchaba la canción, se formaron nubes sobre mí. No a cientos de kilómetros en el cielo. Sobre mi, a mi altura, nubes que pasaban sobre mi sándwich y sobre mi cabeza. Qué sensación más extravagante: ahora me veo, ahora no. Y qué frío, con todo y el intenso sol, que por momentos desaparecía por completo del cielo.


Pero como en un viaje como éste la melancolía no puede durar más de lo que dura la niebla que aparece y desaparece de los cielos de Erice, la siguiente canción que comenzó a sonar en el iPod fue justo lo que hacía falta para recuperar energía y continuar la visita. New Order, Hey what you doing.

Una sugerencia. Cuando seleccionan una canción se abre la página de youtube. Si quieren oir la música y seguir leyendo el blog, el truco está en abrir una segunda página web con el blog. Así mientras la música suena desde la página de youtube, se puede seguir leyendo en la página secundaria.


domingo, 23 de mayo de 2010

3. Ciudad medieval


El cielo azul y el fresco viento de la mañana invitan a caminar por las calles de piedra de esta ciudad medieval. Erice es verdaderamente pequeña: “sólo 250 habitantes” me dijo Pepe. Con diversas iglesias de valor histórico y un castillo normando construido sobre viejas ruinas griegas es suficiente atractivo para atraer a decenas de turistas que visitan durante el día a la ciudad.

Lo primero es dirigirse al Ettore Majorana Foundation and Centre for Scientific Culture, que me trajo en primer lugar al curso que he venido a tomar. Anna Mangiapane, la amable señora que a partir de hoy religiosamente servirá mi desayuno todas las mañanas, me da un mapa y me explica cómo llegar. “Muchas gracias” le digo sin estar bien segura de las instrucciones (¿pero, cuándo un mexicano dice que no entendió?). “Toma la calle de arriba y cuentas dos y ahí a la siniestra” (que por la seña y una asociación básica sé que se trata de la izquierda, ¡pues claro que la diestra es la derecha!). Y por supuesto, me perdí.


(Otra confesión, ese primer día por alguna razón entendí que la señora Anna se llamaba Rosa, nombre con el que la llame toda mi estancia. Me vine a enterar de mi error el último día cuando poco antes de irme le pedí me escribiera su dirección para enviarle una postal desde México. Imaginen mi cara cuando escribe Anna en mi libreta de viajes. Vaya que no se parece nada a Rosa y no me puedo imaginar qué pensaba ella que yo le decía cada vez que le decía Rosa. En fin, gajes del intercambio multicultural, supongo...).

La ciudad está construida con una piedra blanca local con aspecto gastado y que le da un aire medieval muy característico. El pavimento también es muy original con piedras de mármol de diversas formas que dibuja bonitos patrones ya gastados de tanto andar. Me recuerda Taxco, no por su arquitectura sino por lo sinuoso y empinado de las calles, así como del infame empedrado que se ve bonito pero que después de subir y bajar innumerables veces deja su “adolorido” recuerdo en los pies.

La noche anterior Pepe me llevó al Centro Majorana para registrarme antes de llevarme al hotel (ULISSE Camere). Según yo me fijé muy bien. Y siguiendo las instrucciones de Anna no había pierde, “dos calles y a la izquierda”, nunca vi la segunda calle (ni la tercera), ya verán por qué más adelante. Llegué a una intersección y alguien me señaló la dirección a seguir. Todo se veía igual para mi, cada calle igual a la anterior sin muchos puntos de referencia. Pero finalmente, lo logré.


Estas fotos las tomé camino al Centro. Ojo con los laberínticos callejones y la maravillosa cuesta arriba. También es de notar que no hay nadie, las calles siempre solitarias. Algunos callejones son tan diminutos que uno simplemente no los ve y pasa de largo sin saber que acaba de perder el camino que debía tomar.




Dicen que estos callejones los construyeron los árabes con un fin defensivo. Un ejército invasor sólo podía pasar de un hombre a la vez, dándoles la ventaja para atacarlos.







El Centro y Fundación para la Cultura Científica Ettore Marjorana (nombrado así en honor al físico italiano del mismo nombre) está situado justo en el centro geográfico del pueblo, en la parte más alta de la montaña, donde alguna vez se ubicó el monastario de San Rocco. El monasterio de San Rocco se llama ahora Instituto Isidor I. Rabi y el auditorio se llama Richard P. Feynman (aunque los locales le siguen llamando San Rocco). Desde 1963, el Centro Marjorana organiza cursos en Erice con el fin de poner en contacto a investigadores, inventores y académicos reconocidos (incluyendo numerosos premios Nobel) con estudiantes de todo el mundo. Los cursos los imparten 123 escuelas (en todas las ramas de las ciencias, incluido el periodismo de científico y la comunicación de la ciencia) encargadas de organizar el programa y coordinar a los invitados y estudiantes. En San Rocco están las oficinas administrativas y de los directivos del centro. Además del monasterio de San Rocco, el Centro Marjorana cuenta con otras tres instalaciones: el monaterio de San Francisco (llamado ahora Instituto Eugene P. Wigner y con el auditorio Enrico Fermi), el monasterio San Domenico (llamado ahora Instituto Patrick M.S. Blackett con el auditorio Paul Dirac) y el "Ciclope" (llamado ahora Instituto Victor F. Weisskopf con el auditorio Richar H. Dalitz).

En el centro me dieron una carpeta con información de supervivencia básica, incluyendo un mapa detallando la ubicación del mismo y de los Institutos que lo conforman (mi curso comenzaría al día siguiente en el auditorio Paul Dirac), los hoteles base (incluyendo el mío) y los restaurantes donde podría comer y cenar. Así que, mapa en mano, me dirigí a perderme en el laberíntico mundo de calles y callejones para orientarme y conocer Erice.

2. La primera impresión

Lo primero que finalmente llegó a mi cerebro fue el olor a pan recién horneado.





Estas fotos son del pan que diariamente se hornea para delicia de los huéspedes en el hotel Ulises Camere.


Golpes insistentes en mi puerta finalmente lograron despertarme del profundo sueño. Afuera, una amable señora rolliza, de cabello corto grisáceo, mejillas sonrosadas y amable sonrisa, intentaba explicarme en italiano que tenía una llamada telefónica. Eran las siete de la mañana y yo no entendía nada. Como pudo me hizo saber que en 5 (señal inconfundible con la mano), cinco minutos, me volverían a llamar (otra señal inconfundible con la mano). Luego me enteré que a lo sicilianos el lenguaje de las manos les viene natural.





Estas fotos son del hotel. La entrada principal. El patio. El piso superior. A mi me tocó la habitación 14, en el piso superior justo al fondo la puerta de la izquierda. No pudo ser mejor. Entraba el sol por la mañana iluminando todo el cuarto, y al abrir la puerta se podía ver en el horizonte la ciudad de Trapani y el mar. A la derecha, vista de la habitación.







En pantuflas y pijama, y con el saco puesto para despistar, la seguí escalera abajo al pequeño desayunador de piso como de barro. La pequeña estancia estaba compuesta de cinco mesas redondas con manteles rosas y cubremanteles impecables de lino blanco que esperaban pacientemente a que hambrientos huéspedes decidieran desayunar. Una pareja de aventureros de nacionalidad franceses eran los únicos que desayunaban a esas horas de la madrugada y me miraban con curiosidad. Lo siguiente que recuerdo fue el aroma de un capuchino recién hecho, espumoso y de aroma penetrante. Un sorbo, dos, suena el teléfono, lentamente regreso a la vida…

Erice se encuentra a 750 msnm. Hasta 1934, fue conocida como Monte San Giuliano. En una guía de viaje dice que fue Mussolini a quien se le ocurrió cambiarle el nombre por la versión italiana del nombre en griego, Eryx. En la mitología griega se cuenta que Eneas huyó de Troya para refugiarse en Sicilia, donde fundó Erice y Segesta. En Sicilia también tienen lugar múltiples aventuras de Ulises, el líder militar griego que vagó durante 10 años por el mediterráneo buscando hogar.


Desde Erice una vista panorámica de Trapani.

1. Siempre se aprende algo nuevo

Lo primero. Tengo que aceptar mi profunda ignorancia. Cuando supe que viajaría a Sicilia vino a mi mente la imagen de Marlo Brando como el Padrino, en la película homónima de 1972. Que los mafiosi son parte misma de Sicilia nadie lo puede negar, pero después de un poco de investigación uno se sorprende con el gran pasado histórico de esta tierra. Sicilia formó parte de la antigua Grecia, fue punto estratégico para el imperio Romano, la invadieron bizantinos, árabes, franceses, españoles y Borbones antes de finalmente pasar a ser parte de la República Italiana en 1860 cuando el socialista Giuseppe Garibaldi tomó la isla con la ayuda de los camisas rojas sicilianos y convenció a los locales de apoyar la unificación de Italia.

Otro dato estratégico (mi ignorancia alcanzó proporciones históricas), Sicilia es una isla. Y no cualquier isla, es la isla más grande del continente europeo con increíbles ciudades antiquísimas, archipiélagos de ensueño, valles de olivos y trigales y el volcán activo más grande de Europa: el monte Etna (el volcán de Islandia, que le hizo la vida imposible a miles de viajeros y que por poco cancela mi viaje, se queda corto).

Para llegar a Erice (mi destino final) hay que recorrer un largo camino. Primero, cruzar el Atlántico. Puede hacerse vía Londres o vía Madrid, aunque el volcán de Islandia dio el voto definitivo por Madrid (aeropuerto que no cerró operaciones), y que al final resultó muy buena opción. Una vez en Madrid hay un vuelo directo a Trapani por Ryanair. Trapani es la puerta de entrada a Erice que se encuentra a la vista desde cualquier punto pues en un valle junto al mar es la única montaña a la redonda.

Jueves por la tarde, inicia el viaje. Diez horas del D.F. a Madrid. Ocho horas de espera, una y media de retraso del siguiente vuelo y, dos horas y media más, para finalmente llegar a Trapani. Salgo del avión y ahhhhh, olor a mar. Pero no, todavía no llegamos. Falta otra media hora más por un camino completamente a oscuras que eventualmente se vuelve sinuoso y de subida, siempre de subida. Curvas cerradas y una carretera tan pequeña que sólo cabe un automóvil.

Pero no hay nada que temer, Pepe, el chofer de lentes gruesos y cabello rizado hasta el hombro, nacido en Erice y cosecha de 1972, domina el camino hasta con los ojos cerrados (cosa que casi fue cierta pues bostezaba sin parar para luego explicarme que en viernes todo mundo va a dormir temprano, ¡porque el sábado hay que trabajar! ¡En viernes!). Y no mintió pues en el camino no vimos alma alguna. Poco antes de la medianoche del viernes, veintidós horas después de haber salido de México, finalmente, llegué a mi destino: Monte San Giuliano.

De regreso

Lo sé, lo sé. La idea de un blog es alimentarlo frecuentemente y la intención inicial era al menos publicar una entrada al mes. Pero la falta de disciplina es mucha, el cansancio a veces demasiado, y el tiempo vuela con demasiada rapidez. Aquí retomo. Hay mucho que contar, muchos viajes, pequeños y grandes, simples y complicados, cortos y largos. A veces los viajes ocurren a unos cuantos metros de mi casa, otros a cientos, tal vez miles de kilómetros. Algunos son espirituales, otros culturales, otros hedonistas, otros simplemente porque sí. Trataré de ponerme al día poco a poco. Espero que aquellos que los leen los disfruten y les permitan viajar un poco a través de mis historias, y que al visitar estos lugares junto conmigo compartan la misma sensación que me acompaña una y otra vez, que al final, todos somos iguales, que no importa en qué lugar vivamos, la amistad, las sonrisas, la familia, las comidas, el trabajo, la vida cotidiana nos es familiar a todos. Que aquí, allá y más allá, todos los seres humanos somos mucho más parecidos y tenemos mucho más en común de lo que creemos.